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La maravillosa y desconocida Kamchatka

En el extremo oriental de Rusia, esta tierra de osos, volcanes y caviar fue inaccesible al turismo hasta 1990. La descubrimos con Russia Beyond The Headlines

Ph: Igor Shpilenok

Autor: Yulia Shandurenko

Dentro de Rusia, Kamchatka es el auténtico “estado de los osos”. Según distintas estimaciones, aquí viven entre 15.000 y 30.000. En ningún otro lugar de Rusia, ni siquiera del resto de mundo, se encuentra tal concentración de estos animales. Para observar a los osos de Kamchatka de la forma más efectiva y segura, la mejor opción es viajar al lago Kurile, en la Reserva Natural Kronotski, que se encuentra a sólo 200 km de Petropávlovsk-Kamchatski, capital de Kamchatka.  Pero es preciso viajar acompañado de agentes armados, ya que allí, una vez, el fotógrafo Serguéi Gorshkov consiguió tomar una insólita panorámica con 17 osos.

 

En los días despejados, desde cualquier punto de la Petropávlovsk-Kamchatski, se pueden divisar los volcanes Koriakski, Aváchinski y Kozelski. En el hotel Petropávlovsk, la habitación con vistas a los volcanes tiene un valor de 5.000 rublos, unos 89 dólares. Los lugareños les llaman afablemente “los nuestros”,  y para los viajeros esto resulta un tanto chocante: dos de estos tres gigantes siguen activos y “estornudan” periódicamente y cuando esto ocurre, se pueden percibir unas leves sacudidas, o humean ligeramente por las cimas. Para visitar los otros volcanes de Kamchatka, como las calderas del volcán Uzon, el Valle de los géiseres y el Valle de la muerte, hay que acceder en helicóptero desde el aeropuerto de Yélizovo.

La increíble comida marinera

En un pasado no muy lejano los habitantes de Kamchatka no podían dormir tranquilos por la noche por culpa del ruido que hacían en el agua los salmones en época de desove. Tal es la cantidad de peces que hay en este lugar.

Kamchatka es un lugar poco urbanizado y tiene una densidad de población muy baja. Pero esto tiene sus ventajas: las condiciones ambientales son excelentes, y el agua es pura. La gastronomía local se basa en diversos tipos de salmón del Océano Pacífico como el salmón rojo, el rosado, el plateado o el salmón real, así como las vieiras, el famoso cangrejo de Kamchatka y los calamares.

También se cocina la típica ikrá-piatiminutka (un plato que se prepara literalmente en cinco minutos). La materia prima, el caviar rojo, solo se puede obtener durante la ribazón de verano, y es todo un lujo que solo se puede disfrutar en Kamchatka. Se puede cocinar directamente en la orilla del río, con el pescado recién sacado del agua, y degustarlo allí mismo.

No hay por qué preocuparse si solo se logra viajar a Kamchatka en invierno: el caviar de esta zona es bastante más fresco que el que se encuentra en el continente, que es como los habitantes de Kamchatka llaman al resto de Rusia, porque se elabora durante la temporada estival. En las pescaderías el kilo de este souvenir comestible de Kamchatka se puede encontrar a partir de los 2.000 rublos-unos 40 dólares, aunque degustar unas cucharadas es gratuito.

Una belleza desconocida y salvaje

Aquellos que no teman afrontar serias dificultades para poder ver con sus propios ojos la auténtica belleza salvaje de Kamchatka encontrarán aquí todo lo que buscan: dentro y alrededor de los lagos, que colindan con volcanes mortalmente peligrosos, bulle la vida; en los glaciares hay fuentes de agua caliente; los animales salvajes, que coexisten con las gentes, moran en la taiga y la tundra.

En su libro «La Kamchatka que yo amo», el fotoperiodista Ígor Shpilenok trata de ofrecer una descripción de este maravilloso mundo: “Una plácida mañana te sientas a la orilla del lago Kurile, cámara en mano, y observas la salida del sol sobre el volcán Ilinsk. Parece como si el eterno paisaje que te rodea hubiera permanecido inmutable, tal y como fue antes de ti, tal y como seguirá siendo para siempre. Y tan solo al sentir un repentino e intenso temblor de la tierra –el origen de un terremoto–  vuelves a ser consciente de que te encuentras en uno de los lugares más convulsos del planeta, donde en cualquier momento puede suceder algo grandioso”.

Hasta 1990 ningún extranjero había pisado el suelo de Kamchatka, e incluso a los rusos se les exigía un salvoconducto especial para entrar, pero ahora todo el mundo puede visitarla.
Estos factores, combinados con los ríos de géiseres y los valles, las calderas volcánicas, con una extensión de muchos kilómetros y un terreno que cambia después de cada erupción, hacen de Kamchatka uno de los pocos lugares de la Tierra donde el viajero puede sentirse como si fuera el primer hombre en descubrirlo. Aunque esta tierra se descubrió hace más de 300 años, incluso a día de hoy sigue siendo un lugar poco conocido.

Nota extraída de RUSSIA BEYOND THE HEADLINES