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Fascinantes versiones de un pueblo blanco  

En Caviahue se pueden ver cascadas congeladas, aprender a esquiar en familia o contemplar el paisaje desde la altura en snowkite, dejándose llevar por los caprichos del viento

En el noroeste de Neuquén, la fantasía delinea las experiencias en Caviahue, un lugar donde se pueden ver cascadas congeladas, aprender a esquiar en familia o contemplar el paisaje desde la altura en snowkite, dejándose llevar por los caprichos del viento

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CAVIAHUE.– Hay lugares que nacieron con un encanto especial clásico de los cuentos nórdicos, donde la nieve se ve más blanca y pura. Como jugueteando con el viento cae como sin querer caer y decora las ramas de las araucarias que forman pequeños bosques distribuidos a lo largo de la montaña, dejando grandes espacios para que los cañadones, ríos y valles se luzcan de igual manera.

Por si esa imagen ya no fuera lo suficientemente belleza, en plena cordillera de los Andes, a 1600 metros de altura, el pueblo neuquino de Caviahue descansa al pie de la ladera de un volcán humeante que parece dominar todo el entorno, y se extiende hacia un lago que cuando se convierte en espejo refleja toda la majestuosidad de su entorno.

 

La llegada del invierno viene acompañada de una nieve ideal para los amantes de los deportes de invierno como el esquí y el ya más que popular snowboard con cada vez más fanáticos que aman surfear la nieve.

El centro de esquí tiene un espíritu familiar donde los que se inician encuentran pistas dóciles y divertidas de recorrer, y los más extremos tienen la posibilidad de internarse en laderas vírgenes de nieve en polvo. Para estos últimos casos en busca de adrenalina, camino a la cima se encuentra una planicie ideal para iniciarse en la práctica del snowkite. Inmersos en una postal digna de la fantasía, estar colgado de este barrilete gigante y surcar la nieve con una tabla o con esquíes empujado por los caprichos del viento es la nueva propuesta para los que ya dominan el deporte en el agua.

Otra opción un poco más arriba es una laguna congelada que permite deslizarse y alcanzar velocidades que erizan la piel en pleno invierno. Cuando las condiciones son favorables, la monotonía del blanco se llena de velas de colores que cortan el cielo. Las tablas literalmente despegan del suelo y, por un momento, los deportistas se encuentran volando mientras observan todo el paisaje desde un lugar privilegiado.

Para los que prefieren la tierra firme, desde la base del cerro se puede emprender un recorrido en motos de nieve, pasando por bosques de araucarias, bordeando grandes paredones que se abren paso entre la nieve y permiten arribar a una cascada congelada donde pareciera que el frío detuvo hasta el tiempo. 

En todos los casos y desde todos los ángulos, el volcán Caviahue domina el cuadro. Su cráter humea incansablemente. En algunos de sus filos, las laderas dejan escapar ese curioso vapor. La actividad volcánica es responsable de que en sus alrededores se pueda disfrutar también de una de las fuentes de aguas termales más importantes del mundo, ya sea para tratamientos especiales o simplemente para relajarse.

El pueblo es pintoresco y a poco de llegar uno siente como si hubiera estado ahí desde siempre. Sus pobladores lo llaman “Pueblo Nieve”, porque en invierno, las casas, sus calles y los alrededores se visten completamente de blanco. La manera más rústica (y por qué no romántica) de dar el paseo es en un trineo tirado por perros. Los recorridos atraviesan pequeños arroyos y costean el lago rodeado de un paisaje de cerros y montañas. Abandonando el trineo se puede caminar hundiéndose en la nieve para llegar a estar frente a una inmensa cascada que decora el paisaje. Al pasar por debajo de los araucarias, que al ser agitadas por el viento producen breves neviscas, las mejillas se refrescan con los copos de nieve. El lugar seduce en cada rincón: algunos sienten este privilegio en la contemplación; otros, además de observar, admiten que el lugar merece ser vividos intensamente pues su nieve es inmejorable para disfrutar de todas las actividades invernales de manera incansable, en todos sus niveles.