Tips de viaje

Desde la panza  

Cembarazo y viajesuando estaba embarazada de mi primera hija, la pregunta obligada era: “¿vas a seguir viajando así?”. “Así” significaba con la panza a cuestas y connotaba una serie de mitos y preocupaciones encubiertas que iban desde pescar un resfrío en Ushuaia hasta que la bebé recibiera millas de por vida por nacer a bordo de un avión.

Nada de eso pasó y aunque mi obstetra me tildó de rebelde en más de una ocasión enterándose por las redes sociales de mi paradero rodante, decidí hacer caso en todo momento a sus precauciones pero, a la vez, seguir disfrutando de mi trabajo y de mis descansos en viaje. Julieta y Olivia aprendieron a viajar desde la panza y sí, cuando yo miraba un atardecer en la montaña o subía a un faro en Península Valdés, sabía que ellas también estaban emocionándose conmigo.

Estar embarazada es un estado maravilloso para aprovechar el aire puro y la sensibilidad ante el paisaje. Sólo hay que ser respetuosa de las convenciones como la que indica no viajar en avión o en barco después de la semana 28 de gestación, o sea, en medios adversos como el agua o el aire. De hecho, una legislación internacional lo exige.

 

Tanto en auto como en avión, ir recostada es ideal, así como hacer paradas en la ruta cada dos horas para hidratarse, ir al baño y estirar las piernas según aconseja el doctor Hérnan Jensen, obstetra del Centro Médico CTN. El especialista también recomienda llevar un botiquín que, como mínimo, incluya Buscapina simple y progesterona micronizada en caso de contracciones.

El cinturón de seguridad debe cruzar entre los senos y por debajo de la panza. No hay chances de viajar sin cinturón: esa es otra enseñanza de viaje que nuestro hijos aprenden desde antes de nacer.