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Con aroma de mujer

Trophée Roses de Andes

Trophée Roses de Andes,un raid exclusivo para mujeres. Fueron cuatro días en pista, entre ríos y altiplano, atravesando magníficos paisajes del Norte Argentino

Un rally 100 femenino por las rutas del Norte Argentino

SAN ANTONIO DE LOS COBRES.- Contrariamente a lo que sucede en la cara de medio oriente de este planeta, a ninguna de estas mujeres se le hubiese cruzado por la cabeza pedir permiso para conducir. Otras costumbres, claro.

Ni rush ni stilletos fueron sus compañeros de viaje. Un road book, una brújula y una 4 x 4 fueron los amigos de las 126 mujeres participantes, de nacionalidad francesa en su mayoría, que compitieron en duplas por el «Trofeo de las Rosas» (Trophée Roses de Andes).

 

Una semana de adrenalina, deporte, orientación, aventura, motivación, trabajo en equipo y solidaridad por las rutas del Norte de la Argentina

A diferencia del Dakar, la velocidad nunca fue protagonista. Y el premio, que quedó en manos argentinas, se le otorgaba a quien menos kilómetros recorriera.

REVISTA HUÉSPEDES compartió con «las rosas» parte del raid que constó de cuatro etapas bien marcadas y la llamada «Maratón», en la cual las duplas debían valerse por sí mismas, sin asistencia de la organización, incluso para pasar la noche en medio de un terreno inhóspito.

Tras los pasos de Las Rosas

El diseño del camino fue ideado por Jean-Jacques Rey un expiloto del Dakar, experimentado en este tipo de competencias quien, junto a su hija Géraldine – alma mater de “las Rosas”- crearon la empresa francesa Désertours con el propósito de conocer el mundo a través de las ruedas.

Después del día de reconocimiento y diversión en la linda Salta, se iniciaba el recorrido de este torneo. Cafayate era el destino de esta primera etapa. Casi 300 km de un itinerario estupendo. Un mágico y alucinante encuentro con la geografía de los Valles Calchaquíes. El silencio tácito ante la Cuesta del obispo. Una vista espléndida del Parque de Los Cardones. La tranquilidad de páramos como Los Molinos o Seclantas, pueblos en los que la vida se pierde como en una eterna tarde de siesta. Hacia el final del día un viñedo de Cafayate nos cobija. Atrás quedaron los atascos y las complicaciones del terreno pedregoso, y todo revive gracias a un bálsamo torrontés.

La fragilidad de los cuerpos

Al alba dejamos Cafayate. Nos esperaba una intensa jornada. Las Rosas no conocían el camino real. Y orientarse con los puntos que marcaba el road book era una tarea difícil.

Muchas veces las encontrábamos en medio del camino, pues la travesía de prensa y organización iba en paralelo. Allí debíamos parar o desviarnos para que no avistaran la ruta hacia el destino de ese día: San Antonio de los Cobres.

Tras unos pocos kilómetros, el paisaje rocoso de la Quebrada de Las Flechas sucumbió ante el verde natural que tímidamente asomaba, tiñendo de a poco al terracota de los cerros.

Esta etapa era casi de resistencia no sólo a la propia naturaleza, sino también a la convivencia de los equipos, a la tolerancia entre las propias duplas y a la adversidad del camino.

Cada competidora cargaba en su mochila distintas historias y a medida que los días avanzaban, algo hacía click en sus mentes y claudicaban ante la emoción.

Llegar hasta Abra del Acay (Abra quiere decir paso) fue más que un desafío para todos. Es la Puna que no perdona a quien no se está acostumbrado a la atmósfera de casi 5000 m.t.s.n.m . Y los bichos de ciudad no solemos aminorar los pasos aunque la recomendación lo exija. Mucha agua y un descenso aquietado hasta el poblado de San Antonio. Un mate de coca amigo para recuperar el aliento y a prepararse, pues allí empezaba la «otra travesía».

La solidaridad de Las Rosas

La aventura, el deporte y la adrenalina no fueron los únicos ingredientes de esta competencia. Ya instalados en San Antonio de Los Cobres, esa pequeña localidad salteña ubicada a 3.775 m.s.n.m, «Las Rosas» se preparaban para la tarde de cruzada solidaria.

Désertours promueve esta acción entre las competidoras. Además, tiene una alianza con organizaciones en nuestro país que le ha permitido desarrollar muchas gestiones, desprendidas de los aportes de la competencia.

Apadrina a la única escuela del poblado y siempre ofrece sus colaboraciones. También ayuda a la fundación salteña “Equinoterapia del Azul”. De hecho, una parte de lo recaudado fue destinado a este lugar. Allí se ocupan de la rehabilitación de chicos con capacidades especiales, a través de distintas terapias.

Los chicos recibieron a “las Rosas” con tanta alegría y hospitalidad que fue difícil no emocionarse. Es escuela, es comedor y el hogar de muchos de los que viven alli. Quizás ven a sus padres dos veces al año porque el clima y las distancias no ayudan al traslado. Pero el afecto que reciben hace que todo duela un poquito menos. Y para los que llegamos hasta alli acompañando a “las Rosas”, ver sus ojitos brillosos fue el mejor premio.

+ Info www.thophee-roses-des-andes.com/es

www.desertours.fr