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Embanderarse en Martín García

Isla Martín García

La isla tiene celeste y blanco por donde se la mire pero en verano la razón que maravilla a quien pisa esta Reserva Natural es el vuelo de las Mariposas Bandera Argentina

Foto por LAURA GRAVINO

A 35 kilómetros del muelle de Tigre, sobre el Río de La Plata, se encuentra Martín García. Una isla que funciona como reservorio de fauna y flora pero que, además, guarda en esas tierras más de 500 años de luchas geopolíticas.

Famosa por su enclave estratégico en las puertas de los ríos Uruguay y Paraná, le valió el protagónico escenario de desembarques europeos, batallas de conquista y reconquista entre españoles, ingleses, franceses, uruguayos, argentinos, brasileros y paraguayos.

 

Los restos de la cárcel que allí yace, relatan el encierro de influyentes políticos de nuestro país. El desfile de cuadros incluye  a Hipólito Yrigoyen, Marcelo Torcuato de Alvear, Honorio Pueyrredón, Arturo Frondizi y  hasta el mismísimo Juan Domingo Perón.  Su roca, madera y arena fueron materia prima para las grandes construcciones de Buenos Aires.

Nadie que se apasione por el devenir de nuestro país puede perderse una visita a la Isla Martín García. Todo en ella tiene un alto grado de patriotismo que es digno de preservar, sobre todo cuando se usa para tener memoria y resguardar el futuro.

Afortunadamente las luchas, aunque siempre con burocracias inmiscuidas, ya no son de poder. La pelea que se da hoy en la isla es por la sostenibilidad y el proteccionismo de recursos, de fauna y flora; de la  vida.

Esta campaña de concientización levantó icónicamente una bandera: La Mariposa Bandera Argentina. No hay mejor analogía para simbolizar la necesidad de proteger lo nuestro y transmitirlo de una forma que apasione e identifique a la gente.

El origen 

“Nos gustaría que la declaren Monumento Natural de la Provincia”,  contaba Nazareno, encargado de la comunicación interna de Áreas Naturales Protegidas en la isla. Es el grado máximo de protección provincial que puede tener una especie.

Debería ser nacional, pensaba yo, mientras él con sus palmas abiertas y los pulgares entrelazados me hacía fantasear con su vuelo.

“Hacen dos, tres aleteos breves y planean. Casi siempre las ves en pareja, bailando”  relataba Nazareno. Y la vista se nos perdía como siguiendo el recorrido de esa mariposa imaginaria.

Gloria es Guarda Parques y explica que estas especies son de selva subtropical pero que  es la única subespecie que llega tan al sur.  Se las puede ver por el Chaco, Misiones y Corrientes, incluso por la costa bonaerense de Samborombón, pero el avance urbano y la deforestación las dejan sin su árbol huésped: el Coronillo. “Las especies están entrelazadas. Si el árbol desaparece, también la mariposa”, confesará Gloria.

Foto por LAURA GRAVINO

La oruga de la mariposa tiene un color rojo intenso, cual divisa punzó federal; no deja nunca de retomar la historia. Suelen juntarse para evitar depredadores y así se mantienen hasta diciembre y enero, época en la que la metamorfosis les da su característico celeste y blanco.

La Reserva Natural Isla Martín García almacena historia y naturaleza. No hay mejor momento para conocer ambos pilares  que durante la época de la Mariposa Bandera Argentina.

 

De regreso  me crucé con Laura, quien trabaja por la  preservación de esta especie en Punta Indio, Buenos Aires, donde  ya fue declarada emblemática. El amor con el que habló de ella y sus aritos de mariposa celeste  hicieron confesar mi fascinación y ganas de salir correindo hacia allá. “Te embanderaste”, me dijo sonriendo.

Datos de la Isla

Cuenta con 170 hectáreas protegidas de las cuales ¼ forman parte de la zona intangible con acceso restringido.

El cúmulo de sedimentos generó la unión con la Isla Timoteo Domínguez (Uruguay) a través de un paso pantanal, entre juncos y maleza. No es accesible pero se reconoce como la única frontera seca entre ambos países.

Todavía se mantienen las playas y los arenales pero el flujo aluvional también se encarga naturalmente de cooptarles espacio.

La selva ribereña prima: Ceibo, Espinillo, Chalchal y Laurel son algunos de los que acompañan al ya mencionado Coronillo, que entre sus ramas resguardan una amplia variedad de aves: Benteveos, Garzas, Patos, Picaflores, Gallaretas, Carpinteros, Chimangos, Horneros, y algunas otras.  Si bien es zona de Yacarés, es raro ver alguno. El animal de más porte en la actualidad es el Carpincho y en los pantanales suelen encontrárselos con Coipos, Nutrias, Burritos, Tortugas, Lagartos, Serpientes y Anfibios.

La administración de la isla corre por cuenta de la Dirección de Islas y Conservación de Ambientes Naturales de la Provincia de Buenos Aires. Actualmente viven en ella 114 personas que se dedican principalmente a su mantenimiento. Otrora, llegó a tener 4500 habitantes.

Hay una escuela y un jardín; una panadería, un hospital y un cementerio plagado de leyendas; alojamiento y restaurantes; un museo; una pista aérea y puerto; la energía es a gasoil y se corta en horario nocturno; hay una planta purificadora de agua y un lugar destinado recientemente para el reciclaje de la basura.

Posee una estación meteorológica en desuso, al igual que el antiguo teatro y capilla, además de un sinfín de casas y galpones en ruinas, ansiosas de recibir emprendedores con proyectos de energías renovables, puesta en valor de inmuebles y desafíos como el de Facundo, que encara la independencia y soberanía alimentaria a través de una huerta orgánica en crecimiento. No le pude encontrar explicación, aún, a la falta de un observatorio astronómico.

La presencia de prefectura es la mínima que garantiza la seguridad de la isla y la frontera. Su establecimiento como Reserva Natural no permite su militarización, pero antiguos cañones y artillería brotan del suelo  y, como los árboles,  ganan terreno.

Además de los recorridos por el museo, monumentos históricos o el propio cementerio, los senderos de la selva y de la laguna de la cantera -formada por el cráter que dejó la extracción de piedra- son impresionantes: Ninguno es de larga duración pero para disfrutarlos no olviden incluir en su bolso de paseo el repelente (o van a ir casi al trote).

En la quietud de la Isla aparece la magia. Existen varios lugares para ver el atardecer pero que me perdone el muelle, pues no hay como la torre de avistaje de aves, tras el sendero del Barrio Chino, para contemplar el ocaso.  Es en ese mirador de dos pisos que emerge entre las cúpulas de los árboles, que a la vista se le regala una panorámica maravillosa de la selva, de los pantanales y del sol escondiéndose sobre el río.

Cómo llegar y dónde hospedarse

Las embarcaciones salen desde la estación fluvial de Tigre y llegan en tres horas. Una única empresa maneja los traslados regulares martes, jueves, fines de semana y feriados. Con horarios acotados, Cacciola monopoliza el acceso a la isla.

Aquellos que cuenten con su propia embarcación o avión, podrán ir y venir a piacere.  Para los de menor suerte, pueden organizarse grupos para alquilar colectiveras y pagar entre varios por el traslado particular.

El boleto de ida y vuelta, sin hospedaje, nos puede dar la libertad de hablar con los campings y hostels, para valorizar otro tipo de contacto con la isla y sus pobladores.

A donde viajo lo hago con mi carpa y bolsa de dormir. Me gusta despertarme y con un “zip” de cierre abrirme al verde, pero eventualmente un colchón es más que necesario. En Hostel & Camping Martín García tenía la doble opción y la recepción que tuve por parte de Graciela, que hace 15 años que lo administra, fue muy amorosa.

No solamente es una alternativa económica y una experiencia comunitaria, las instalaciones están impecables. La comodidad y familiaridad del lugar inspira tranquilidad para caminar con libertad y disfrutar. La calidez de Graciela, cuyos hijxs estudian en la escuela de la isla, vale más que cualquier paquete turístico.

Agradecimientos:

A Laura Gravino por sus fotos sobre la especie Mariposa Bandera Argentina  

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